24 de marzo de 2008

Una común pareja

Entrando a la casa se encuentra Gabriela, muchachada 25 años, rubia, no muy alta, con Ignacio joven de pelo castaño que trabaja en una importante firma de arquitectos del país.
Ignacio aburrido del comportamiento de Gabriela, su esposa, ya que ésta siempre sale a deshoras, vuelve tarde y con los niveles de alcohol muy altos.
En el momento en que se encontraron en el departamento Ignacio explota y le dice “ya me tienes harto de tus actos, uno más y te vas de este departamento, porque el dueño soy yo” (falacia ad baculum), Gabriela por su defensiva le responde con un tono muy desafiante “claro, pero si tú hicieras lo que todos los hombres casados hacen con sus parejas, yo no haría esto, porque si tú no lo haces yo lo hago” (silogismo disyuntivo falaz). Ignacio con una ira enorme que le recorría la sangre le dice “tú sabes que tengo ese problema ahí (indica sus genitales), desde joven; por lo que yo no puedo tener relaciones sexuales con tigo muy seguido” (falacia Post hoc), y con un gran enojo los dos se retiran del departamento a distintas partes de Santiago.

Al día siguiente Ignacio va donde sus padres, ambos estaban viendo el noticiero. Al llegar ellos le advierten “ten cuidado, porque según los informes de las noticias dicen que ha incrementado el porcentaje de asaltos en las calles de Santiago”, pero Ignacio les dice “no se preocupen, uds. saben que las noticies informan lo que quieren vender” (falacia ad hominem).
La madre de Ignacio se da cuanta de que él no anda muy bien y le pregunta que qué le pasa, y él, para no decirle de sus dificultades con Gabriela, le inventa un problema con el trabajo: “nada, es que la oficina, la quiere comprar una compañía asiática, con esto, te das cuenta de que si nos compran a nosotros quizás qué cosas van a hacer después con nuestros proyectos ya realizados” (falacia ad populum). - “tienes toda la razón, dice la madre, - tú no sabes como han comprado empresas los asiáticos en nuestro país, sin embargo, lo mejor, es que las autoridades dicen que en estos casos es no vender las empresas, porque eso es lo mejor para el país” (falacia ad verecundiam)

A los dos días, Gabriela e Ignacio, casualmente se encuentran, en una plaza cerca del cerro santa Lucia, ninguno quería ver al otro, por miedo de herir sus sentimientos con sus palabras, no se odiaban, sino que ninguno quería sufrir.
Al verlo, Gabriela se hace la indiferente e Ignacio se acerca y le dice “te conozco, sé cuando estás mal, sé cuando mientes y cuando ves a alguien y te haces la tonta. Pero te voy a decir lo último, no quiero que estés con ese tipo, porque él es un imbécil que no sabe nada. (Falacia Ad hominem).
Ella respondiendo muy alterada y a la defensiva le dice “qué sabes tú, si no tienes pruebas de que te he sido infiel, y al no tener nada concreto no puedes hacer tal acusación contra mí, porque yo sí soy fiel a ti” (falacia ad ignorantiam).
Ignacio intenta defenderse diciéndole “sabes que no te creo, tú mejor que nadie sabes que no andamos bien y ¿qué haremos el día de mañana cuando seamos viejos y estemos solos, nos moriremos así?” (Falacia ad populum), no lo sé respondió Gabriela muy mal, solo sé que me importa el presente y el ahora.

Por un momento se le ocurrió que tal vez para mejorar la relación deberían irse de viaje a Buenos Aires por un par de semanas, no obstante, comienza a decirse a sí mismo que Argentina se encuentra en crisis económica, por consiguiente para él lo mejor es desistir de semejante idea y lo mejor es quedarse acá en Chile. (Falacia ad verecundiam).

Al pasar ya un mes de la separación de esta pareja, Gabriela quiere reflexionar para poder rehacer su vida, recuperar cada momento perdido con Ignacio, por lo cual decide hacer un viaje sola, a un destino cualquiera, siempre y cuando estuviese muy lejos de Chile.
Al regresar a su trabajo pide permiso para realizar el viaje que planeó para despejarse de su ex pareja, su jefe se lo niega diciéndole “Gabriela, has entrado a trabajar este año, y las reglas de la empresa son que nadie sale de vacaciones después del año, y si no te gustan las normas busca otro trabajo.” (Falacia ad baculum)

A la semana siguiente Gabriela se pone a pololear otra vez, ahora con un tipo de Punta Arenas, al que conoció en una fiesta de cumpleaños de una amiga.
La relación es superficial por parte de Gabriela, ella sabe que no lo quiere, pero no quiere estar sola por eso no lo ha dejado aún.
A los tres meses de la relación, Roberto, el nuevo novio de Gabriela, se da cuenta de que ella no lo quiere y como él la ama y quiere su felicidad la afronta diciendo “esto no es una relación de pareja normal, date cuenta, que lo que debería ser o lo normal es que los dos nos amemos y tengamos una química, entre nosotros no sucede eso. Escucha lo que nos dicen y lo que dicen de nosotros, no debemos estar juntos!” (Falacia ad verecundiam), por lo cual Gabriela le hace caso, no terminó muy bien.

Ha transcurrido un año en que Ignacio y Gabriela no se ven, ninguno quiere saber del otro para no sufrir más.
El 7 de agosto el día más lluvioso de todo el año Gabriela iba camino del trabajo a su casa al rededor de las 10:00pm, hora en que ya está muy oscuro y hace demasiado frío para la fecha, Gabriela caminaba exactamente en la intersección de Ismael Valdés Vergara con José miguel de la Barra, al terminar de cruzar la calle se encuentra con Ignacio, ambos se quedaron inmóviles mirándose mutuamente a los ojos, sin habla.
Gabriela rompe el silencio y le dice “perdón por todo lo que hice, nunca quise separarme, ni dejar de verte, no se por qué lo hice así” (Falacia ad populum).
Ignacio, con un tono muy sereno (disimulando su alegría y emoción) contesta “no importa, ambos nos hemos equivocado, nadie es perfecto… perdóname, porque yo te amo”.
Ambos comenzaron a besarse como nunca y en ese momento se cortan las luces en las calles y la ciudad, todo quedó a oscuras, solo se veía la silueta del museo de bellas artes y se seguía escuchando el ruido de la lluvia caer y los autos pasar por las calles.







-Marcos Salinas
-III medio C

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