28 de noviembre de 2013

ELECTIVO DE TEORÍA DEL CONOCIMIENTO 2013 - CUADRO SINÓPTICO


Electivo Tercero Medio – 2011



 

FILOSOFÍA Y PSICOLOGÍA
 


CUADRO SINÓPTICO

Año
2013
Nivel
Tercero Medio – Electivo “Características y problemas del conocer
Área Temática
Filosofía
Profesor(a)
Valentina Carrozzi Reyes



Objetivos Fundamentales
Contenidos Mínimos
Objetivos Fundamentales Transversales
- Manifestar  una actitud constantemente reflexiva y crítica respecto del conocimiento de sentido común.
- Comprender y valorar el uso de la especulación y el razonamiento como una ayuda eficaz de persuasión y diálogo.
- Pensar de modo autónomo y comprometido la realidad.
- Valorar la filosofía como fuente permanente de inspiración en la elaboración de ideologías de transformación de los diversos ámbitos del desarrollo humano, sobre todo, en el ámbito de las ciencias.

Adquirir un  manejo conceptual adecuado del  metalenguaje de la filosofía en busca de comprender los aspectos medulares de las problemáticas aportadas por teoría del conocimiento
Elaborar ensayos filosóficos


1. El planteamiento de la pregunta por el conocimiento en la actualidad
1.1   Significación del conocimiento a nivel personal y colectivo
1.2   La pretensión de verdad del conocimiento
1.3   La verdad como problema
1.4   Análisis de “verdad” en distintos contextos de uso cotidiano
1.5   Relación entre poder y verdad
2. Estatus y validez del método científico como fuente de conocimiento
2.1 Método científico: estructura
2.2 Método científico y supuestos metafísicos
2.3 Teoría del empiricismo lógico
2.4 Crítica del empiricismo lógico
3. Revisión histórica de las principales teorías epistemológicas occidentales
3.1 El surgimiento de la epistemología en la Grecia clásica
3.2 Teoría del conocimiento de Platón
3.3 Aristóteles: Teoría del conocimiento
3.4 Escepticismo helenístico
3.5 Comparación entre realismo, idealismo escepticismo
3.6 Empirismo
3.7 Racionalismo
3.8 Filosofía crítica de Kant: límites de la razón pura
3.9 El sujeto trascendental kantiano
3.10 Solución kantiana a las antinomias plantadas por las teorías racionalistas y empiristas
3.11 La reducción fenomenológica de Husserl
3.12 Hermenéutica filosófica de Gadamer
4. Tesis
Estrategia de elaboración de fundamentos

- Adquirir grados crecientes de concentración, perseverancia,  rigurosidad conceptual y autonomía en el trabajo.
- Analizar, interpretar y elaborar síntesis de conocimientos e información y desarrollar habilidades de razonamiento reflexivo, tales como argumentación, resolución de problemas, creatividad, elaboración de fundamentos, análisis de perspectivas, etc.
- Aplicar el cuestionamiento filosófico a la integración y construcción del sí mismo auténtico.
- Apreciar e integrar el trabajo colaborativo llevado a cabo de manera responsable, solidaria y comprometida.
- Explicitar e integrar paulatinamente en grados crecientes de complejidad los propios conocimientos, creencias y valores.
- Elaborar discursos filosóficos (reflexivos, críticos, argumentativos, etc.) orales y escritos.


Unidades de Aprendizaje (Contenidos)
Horas Anuales
Nº de Actividades
Aprendizajes Esperados
Conceptos Claves por actividad (Unidad didáctica)
117
(39 semanas)
3

1. El planteamiento de la pregunta por el conocimiento en la actualidad
1.1 Significación del conocimiento a nivel personal y colectivo
1.2 La pretensión de verdad del conocimiento
1.3 La verdad como problema
1.4 Análisis de “verdad” en distintos contextos de uso cotidiano
1.5 Relación entre poder y verdad
2. Estatus y validez del método científico como fuente de conocimiento
2.1 Método científico: estructura
2.2 Método científico y supuestos metafísicos
2.3 Teoría del empiricismo lógico
2.4 Crítica del empiricismo lógico

21
(7     semanas.)
1
- Distingue la teoría del conocimiento y la epistemología como disciplinas filosóficas
- Comprende los límites y alcances de las distintas fuentes de conocimiento (intuición, experiencia, especulación teórica, tradición)
- Integra distintos sentidos del concepto de ‘verdad’ y su relación con la ‘objetividad’
- Explica los momentos fundamentales del método científico y sus supuestos metafísicos.
- Formula un concepto elaborado de “conocer” y “cognición”
- Distingue y organiza las principales perspectivas gnoseológicas occidentales
- Produce ensayos filosóficos
- Sentido común – verdad – probabilidad – objetividad – conocimiento – certeza - crítica – validez – método científico – empiricismo lógico
3. Revisión histórica de las principales teorías epistemológicas occidentales
3.1 El surgimiento de la epistemología en la Grecia clásica
3.2 Teoría del conocimiento de Platón
3.3 Aristóteles: Teoría del conocimiento
3.4 Escepticismo helenístico
3.5 Comparación entre realismo, idealismo escepticismo
3.6 Empirismo
3.7 Racionalismo
3.8 Filosofía crítica de Kant: límites de la razón pura
3.9 El sujeto trascendental kantiano
3.10 Solución kantiana a las antinomias planteadas por las teorías racionalistas y empiristas
3.11 La reducción fenomenológica de Husserl
3.12 Hermenéutica filosófica de Gadamer
48
(16 semanas)
1
- Distingue, contextualiza, organiza y critica los problemas fundamentales de algunas de la teorías gnoseológicas más influyentes en la historia de occidente (Aristóteles, Platón, Escepticismo, Racionalismo, Empiricismo, criticismo y fenomenología y hermenéutica)
- Evalúa epistemologías antiguas y modernas a la luz de los supuestos epistemológicos de la física cuántica.

- Epistemología – Metafísica – Teoría de las ideas – Idealismo – Realismo – Grados del conocimiento – Verdad – Opinión – Dialéctica – Analogía del ser – Episteme – Techné – Aísthesis – Empirismo – Racionalismo – Método cartesiano – Experiencia – Certeza –– Fenomenología – Epoché – Cognición - Hermenéutica filosófica
4. Tesis
4.1 Estrategia de elaboración de fundamentos

48
(16 semanas)

1
- Desarrollar y ejercitar facultad de razonar críticamente  (extraer inferencias, clasificar y categorizar conceptos, ser coherente, reconocer contradicciones, formular preguntas relevantes, identificar supuestos, enunciar relaciones causales, distinguir y evitar ambigüedades en el habla, corregir vaguedades, descubrir y dar cuenta de la dependencia entre medios y fines, definir conceptos, identificar y utilizar criterios de clasificación, ejemplificar, construir hipótesis, contextualizar, anticipar, predecir y evaluar consecuencias, generalizar, descubrir y evitar falacias informales).
- Dar sentido a la propia experiencia y explicitarlo.
- Valorar y desarrollar disposiciones sociales, afectivas y cognitivas tales como la cooperación, la confianza, la autovaloración, la atención, el respeto a las personas, etc.
- Desarrollar y completar un escrito filosófico.
- Falacia - Fundamentación crítica – Investigación bibliográfica  - Tesis


20 de noviembre de 2013

TERCEROS MEDIOS Taller de Aplicación Psicología profunda - Nosce te ipsum - Análisis de Sueños

Colegio San Ignacio
Psicología 2013
Prof. Valentina Carrozzi

Este trabajo es colaborativo. Coeficiente 1. Se realiza en clases y se estrega en manuscrito. 

Redacten exhaustivamente un sueño que haya tenido aklguno de ustedes. Ojalá lijan uno que te resulte inquietante, o que se repita. 

Nuestro supuesto fundamental es que los sueños tienen sentido y tienen una triple función: Asimilar, Compensar (según Fred)  y proyectar (Según Jung)

EN EL SUEÑO TODO DETALLE ES IMPORTANTE. RECUERDA QUE EN SUEÑOS CONDENSAMOS Y SIMBOLIZAMOS SUSTITUYENDO UNOS SIGNIFICANTES POR OTROS. 

Descríbanlo de tal manera que quien lea su descripción se sienta como espectador de un filme en el que las emociones, los pensamientos, los lugares, las situaciones, etc. son mostradas desde la perspectiva de un protagonista muy atento, omnisciente. 


LA DESCRIPCIÓN DEL SUEÑO DEBE INCLUIR, ADEMÁS DEL CONTENIDO MANIFIESTO, EL CONTEXTO DE VIGILIA, esto es, aquellos sucesos de la vida conciente que el soñante asocia su sueño, a fin de que puedan analizar en profundidad el significado latente. El soñante puede preguntarse, por ejemplo ¿Qué estaba pasando en mi vida cuando tuve este sueño? ¿Con qué situación vital se relaciona esta imagen que aparece en mi sueño?, etc.

Para la interpretación deben apoyarse en los mecanismos de defensa del psicoanálisis freudiano (proyección, negación, desplazamiento, formación reactiva, racionalización, introyección, retroflexión, etc.) y los arquetipos jungueanos (Self, padre, madre, anima, animus, bestia, niño, sombra, héroe, sabio, dios, mago, etc).

¿Qué significa el sueño? ¿Qué descubre el soñante de sí mismo en él? ¿Qué descubren sus compañeros de grupo de él? ¿Qué compensa el sueño? ¿Qué preserva? ¿Qué propone?

¡A trabajar en el descubrimiento de nuestro propio ser!

Valentina
noviembre de 2013

24 de junio de 2013

Electivo - Tabla de especificaciones comentarios críticos en facebook

Publicar aquí.... https://www.facebook.com/groups/502976356404807/permalink/536624809706628/

1. El comentarista  ha retroalimentado al menos una vez el trabajo de tres compañeros (7 puntos)

2. El comentario es de calidad. Critica ambigüedades conceptuales,  descubre errores metodológicos y supuestos no revisados por el tesista. (21 puntos)
3. El comentarista es generoso. Ofrece a su compañero tesista preguntas o ideas que le pérmiten al tesista seguir profundizando en su tema. (14 puntos)
4. El comentarista utiliza un lenguaje formal (7 puntos)

23 de junio de 2013

ELECTIVO - ESPECIFICACIONES ENSAYO FILOSÓFICO

Indicaciones para la elaboración de sus ensayos...

Aprovechen de leerse y retroalimentarse unos a otros.... Usen nuestro grupo en Facebook para publicar sus primeras formulaciones. Busquen un tema que les apasione, que los movilice hasta las tripas... Y recuerden que la filosofía tiene hambre de universalidad... Busquen que sus convicciones personales puedan ser aceptadas -a punta de razón, honestidad intelectual y pasión- por cualquier ser humano cuyo sexo, condición social, cultural o espiritual no sea impedimento para adherir a vuestra propuesta


.

22 de junio de 2013

TERCEROS MEDIOS - TALLER DE APLICACIÓN MECANISMOS DE DEFENSA

Colegio San Ignacio
Taller de aplicación Psicoanálisis – Los mecanismos de defensa
Psicología
Terceros Medios 2013
Prof. Valentina Carrozzi


27 de mayo de 2013

Haciendo cuestión de lo normal y lo anormal en psicología

¡Déjenos salir! Para ir pensando... Revisa el DSM V, escucha y lee los documentos enlazados...  ¿Qué criterios nos permiten decir que alguien es normal o, por el contrario, anormal? ¿Por qué necesita la comunidad de psiquiatras y psicoterapeutas un DSM? ¿Qué ganamos y qué perdemos cuando aceptamos los diagnósticos psiquiátricos? 








23 de abril de 2013

Cuartos Medios - Segunda Unidad. “El paso del Mythos al Logos -Selección de Textos de bibliografía mínima

Colegio San Ignacio
Filosofía
Cuartos Medios 2013
Prof. Valentina Carrozzi
Segunda Unidad. “El paso del Mythos al Logos”
Selección de Textos Bibliografía


Queridos, les copio nuevamente la selección. Agregué el texto de Nietzsche. Cariños. V

I. Selección sobre lo sagrado y lo profano



Texto 1.
NIETZSCHE, Friedrich; §25 de Gaia Sciencia: “El loco”. 

.-¿No habéis oído hablar de ese loco que encendió un farol en pleno día y corrió al mercado gritando sin cesar: «¡Busco a Dios!, ¡Busco a Dios!». Como precisamente estaban allí reunidos muchos que no creían en Dios, sus gritos provocaron enormes risotadas. ¿Es que se te ha perdido?, decía uno. ¿Se ha perdido como un niño pequeño?, decía otro. ¿O se ha escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se habrá embarcado? ¿Habrá emigrado? -así gritaban y reían todos alborotadamente.

El loco saltó en medio de ellos y los traspasó con su mirada. «¿Que a dónde se ha ido Dios? -exclamó-, os lo voy a decir. Lo hemos matado: ¡vosotros y yo! Todos somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo hemos podido bebernos el mar? ¿Quién nos prestó la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hicimos, cuando desencadenamos la tierra de su sol? ¿Hacia dónde caminará ahora? ¿Hacia dónde iremos nosotros? ¿Lejos de todos los soles? ¿No nos caemos continuamente? ¿Hacia adelante, hacia atrás, hacia los lados, hacia todas partes? ¿Acaso hay todavía un arriba y un abajo? ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No nos roza el soplo del espacio vacío? ¿No hace más frío? ¿No viene siempre noche y más noche? ¿No tenemos que encender faroles a mediodía? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿No nos llega todavía ningún olor de la putrefacción divina? ¡También los dioses se descomponen! ¡Dios ha muerto! ¡Dios permanece muerto! !Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo podremos consolarnos, asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado y poderoso que poseía hasta ahora el mundo se ha desangrado bajo nuestros cuchillos. ¿Quién nos lavará esa sangre? ¿Con qué agua podremos purificarnos? ¿Qué ritos expiatorios, qué juegos sagrados tendremos que inventar? ¿No es la grandeza de este acto demasiado grande para nosotros? ¿No tendremos que volvernos nosotros mismos dioses para parecer dignos de ellos? Nunca hubo un acto más grande y quien nazca después de nosotros formará parte, por mor de ese acto, de una historia más elevada que todas las historias que hubo nunca hasta ahora.» Aquí, el loco se calló y volvió a mirar a su auditorio: también ellos callaban y lo miraban perplejos. Finalmente, arrojó su farol al suelo, de tal modo que se rompió en pedazos y se apagó. «Vengo demasiado pronto -dijo entonces-, todavía no ha llegado mi tiempo. Este enorme suceso todavía está en camino y no ha llegado hasta los oídos de los hombres. El rayo y el trueno necesitan tiempo, la luz de los astros necesita tiempo, los actos necesitan tiempo, incluso después de realizados, a fin de ser vistos y oídos. Este acto está todavía más lejos de ellos que las más lejanas estrellas y, sin embargo, son ellos los que lo han cometido Todavía se cuenta que el loco entró aquel mismo día en varias iglesias y entonó en ellas su Requiem aeternam deo. Una vez conducido al exterior e interpelado contestó siempre esta única frase: « ¿Pues, qué son ahora ya estas iglesias, más que las tumbas y panteones de Dios?».

Texto 2
“Toda revelación de lo sagrado, cualquiera que sea el plano en que tenga lugar, se convierte en histórica por el simple hecho de que el hombre la conozca.” ELIADE, Mircea; Tratado de historia de las religiones. Ediciones Cristiandad, Madrid, 1984, p.253.

Texto 3
“Lo sagrado se manifiesta conforme a las leyes de su dialéctica propia y esta manifestación se impone al hombre desde fuera. Suponer que es el hombre el que elige los lugares sagrados equivale a hacer inexplicable la continuidad de los espacios sagrados” Ibidem, p.151.

Texto 4
“’Santificar una cosa en su corazón’ significa distinguirla por el sentimiento de un pavor peculiarísimo, que no se confunde con ninguna otra clase de pavor; significa valorarla mediante la categoría de lo numinoso.” OTTO, Rudolf; Lo santo. Sobre lo racional e irracional en la idea de Dios, Alianza, Madrid, 1998, p. 16.

Texto 5
“La experiencia mística es la experiencia de relación perfecta, completa. Ya no hay demandas insatisfechas, ya no hay temor a perder algo, ni siquiera el propio ser, porque esas demandas y esos temores, el propio acabamiento, se ponen en relación con lo que ya es todo lo que tiene o puede ser: la Vida. Cuando el ser de cada cual brilla en su unicidad, cuando todo se destaca como parte de una unidad desbordante de sentido, sólo podemos dar gracias y sentir que lo que se nos ha dado es, justamente, un don, un obsequio, suficiente. En momentos como estos no concibo discordancias y tengo sólo un decir: el decir del Misterio” CARROZZI, Valentina; Educación: Apertura al Misterio, la medida del medir, UB, Santiago de Chile, 2012, p. 165.

Texto 6
“Creer en un Dios quiere decir comprender el sentido de la vida. Creer en un Dios quiere decir ver que con los hechos del mundo no basta. Creer en Dios quiere decir ver que la vida tiene un sentido.” WITTGENSTEIN; Luvdig; Diario filosófico, EDAF, Madrid, 2002, p. 316.

Texto 7
“[La actitud mística es una] actitud reflexiva en que la persona ya no se relaciona más con sus metas y no-metas, sino con el universo y con el ser propio de los otros entes.” TUGENDHAT, Ernst; Co-herencia Revista de humanidades, “Sobre religión”, nº6, Vol. 4, Enero – Junio de 2007, Universidad EAFIT, Medellín, p. 15.

Texto 8
“INTRODUCCIÓN
La resonancia mundial del libro de Rudolf Otto Das Heilige (1917) está en la memoria de todos. Su éxito se debió sin duda a la novedad y a la originalidad de su perspectiva. En vez de estudiar las ideas de Dios y de religión, Rudolf Otto analizaba las modalidades de la experiencia religiosa. Dotado de una gran penetración psicológica y con una doble preparación de teólogo e historiador de las religiones, logró extraer su contenido y sus caracteres específicos.
Dejando de lado el aspecto racional y especulativo de la religión, iluminaba vigorosamente el lado irracional. Otto había leído a Lutero y había comprendido lo que significaba para un creyente el «Dios vivo». No era el Dios de los filósofos, el Dios de un Erasmo; no era una idea, una noción abstracta, una simple alegoría moral. Se trataba de un poder terrible, manifestado en la «cólera» divina.
En su libro, Rudolf Otto se esfuerza por reconocer los caracteres de esta experiencia terrorífica e irracional. Descubre el sentimiento de espanto ante lo sagrado, ante ese mysterium tremendum, ante esa maiestas que emana una aplastante superioridad de poderío; descubre el temor religioso ante el mysterium fascinans, donde se despliega la plenitud perfecta del ser. Otto designa todas estas experiencias como numinosas (del latín numen, «dios»), como provocadas que son por la revelación de un aspecto de la potencia divina. Lo numinoso se singulariza como una cosa ganz andere, como algo radical y totalmente diferente: no se parece a nada humano ni cósmico; ante ello, el hombre experimenta el sentimiento de su nulidad, de «no ser más que una criatura», de no ser, para expresarse en las palabras de Abraham al dirigirse al Señor, más que «ceniza y polvo» (Génesis, XVIII, 27).
Lo sagrado se manifiesta siempre como una realidad de un orden totalmente diferente al de las realidades «naturales». El lenguaje puede expresar ingenuamente lo tremendum, o la maiestas, o el mysterium fascinans con términos tomados del ámbito natural o de la vida espiritual profana del hombre.
Pero esta terminología analógica se debe precisamente a la incapacidad humana para expresar lo ganz andere: el lenguaje se reduce a sugerir todo lo que rebasa la experiencia natural del hombre con términos tomados de ella.
Después de cuarenta años, los análisis de R. Otto conservan aún su valor; el lector sacará provecho leyéndolos y meditándolos. Pero, en las páginas que siguen, nos situamos en otra perspectiva. Querríamos presentar el fenómeno de lo sagrado en toda su complejidad, y no sólo en lo que tiene de irracional.
No es la relación entre los elementos no-racional y racional de la religión lo que nos interesa, sino lo sagrado en su totalidad. Ahora bien: la primera definición que puede darse de lo sagrado es la de que se opone a lo profano. Las páginas que siguen tienen por meta el ilustrar y precisar esa oposición entre lo sagrado y lo profano.
CUANDO SE MANIFIESTA LO SAGRADO
El hombre entra en conocimiento de lo sagrado porque se manifiesta, porque se muestra como algo diferente por completo de lo profano. Para denominar el acto de esa manifestación de lo sagrado hemos propuesto el término de hierofanía, que es cómodo, puesto que no implica ninguna precisión suplementaria: no expresa más que lo que está implícito en su contenido etimológico, es decir, que algo sagrado se nos muestra. Podría decirse que la historia de las religiones, de las más primitivas a las más elaboradas, está constituida por una acumulación de hierofanías, por las manifestaciones de las realidades sacras. De la hierofanía más elemental (por ejemplo, la manifestación de lo sagrado en un objeto cualquiera, una piedra o un árbol) hasta la hierofanía suprema, que es, para un cristiano, la encarnación de Dios en Jesucristo, no existe solución de continuidad. Se trata siempre del mismo acto misterioso: la manifestación de algo «completamente diferente», de una realidad que no pertenece a nuestro mundo, en objetos que forman parte integrante de nuestro mundo «natural», «profano».
El occidental moderno experimenta cierto malestar ante ciertas formas de manifestación de lo sagrado: le cuesta trabajo aceptar que, para determinados seres humanos, lo sagrado pueda manifestarse en las piedras o en los árboles. Pues, como se verá en seguida, no se trata de la veneración de una piedra o de un árbol por si mismos. La piedra sagrada, el árbol sagrado no son adorados en cuanto tales; lo son precisamente por el hecho de ser hierofanías, por el hecho de «mostrar» algo que ya no es ni piedra ni árbol, sino lo sagrado,lo ganz andere.
Nunca se insistirá lo bastante sobre la paradoja que constituye toda hierofanía, incluso la más elemental. Al manifestar lo sagrado, un objeto cualquiera se convierte en otra cosa sin dejar de ser él mismo, pues continúa participando del medio cósmico circundante. Una piedra sagrada sigue siendo una piedra; aparentemente (con más exactitud: desde un punto de vista profano) nada la distingue de las demás piedras. Para quienes aquella piedra se revela como sagrada, su realidad inmediata se transmuta, por el contrario, en realidad sobrenatural. En otros términos: para aquellos que tienen una experiencia religiosa, la Naturaleza en su totalidad es susceptible de revelarse como sacralidad cósmica. El Cosmos en su totalidad puede convertirse en una hierofanía.
El hombre de las sociedades arcaicas tiene tendencia a vivir lo más posible en lo sagrado o en la intimidad de los objetos consagrados. Esta tendencia es comprensible: para los «primitivos» como para el hombre de todas las sociedades pre-modernas, lo sagrado equivale a la potencia y, en definitiva, a la realidad por excelencia. Lo sagrado está saturado de ser. Potencia sagrada quiere decir a la vez realidad, perennidad eficacia. La oposición sacro/profano se traduce a menudo como una oposición entre real irreal o pseudoreal.
Entendámonos: no hay que esperar reencontrar en las lenguas arcaicas esta terminología filosófica: real, irreal, etc.; pero la cosa está ahí. Es, pues, natural que el hombre religioso desee profundamente ser, participar en la realidad, saturarse de poder. Cómo se esfuerza el hombre religioso por mantenerse el mayor tiempo posible en un universo sagrado; cómo se presenta su experiencia total de la vida en relación con la experiencia del hombre privado de sentimiento religioso, del hombre que vive, o desea vivir, en un mundo desacralizado: tal es el tema que dominará las páginas siguientes. Digamos de antemano que el mundo profano en su totalidad, el Cosmos completamente desacralizado, es un descubrimiento reciente del espíritu humano. No es de nuestra incumbencia el mostrar por qué procesos históricos a consecuencia de qué modificaciones de comportamiento espiritual ha desacralizado el hombre moderno su mundo asumido una existencia profana. Baste únicamente con dejar constancia aquí del hecho de que la desacralización caracteriza la experiencia total del hombre no-religioso de las sociedades modernas; del hecho de que, por consiguiente, este último se resiente de una dificultad cada vez mayor para reencontrar las dimensiones existenciales del hombre religioso de las sociedades arcaicas.
DOS MODOS DE SER EN EL MUNDO
Se medirá el abismo que separa las dos modalidades de experiencias, sagrada y profana, al leer las discusiones sobre el espacio sagrado y la construcción ritual de la morada humana, sobre las variedades de la experiencia religiosa del Tiempo, sobre las relaciones del hombre religioso con la Naturaleza y el mundo de los utensilios, sobre la consagración de la vida misma del hombre y la sacralidad de que pueden revestirse sus funciones vitales (alimentos, sexualidad, trabajo, etc.). Bastará con recordar en qué se han convertido para el hombre moderno arreligioso la ciudad o la casa, la Naturaleza, los utensilios o el trabajo, para captar a lo vivo lo que le distingue de un hombre perteneciente a las sociedades arcaicas o incluso de un campesino de la Europa cristiana. Para la conciencia moderna, un acto fisiológico: la alimentación, la sexualidad, etc., no es más que un proceso orgánico, cualquiera que sea el número de tabús que le inhiban aún (reglas de comportamiento en la mesa, límites impuestos al comportamiento sexual por las «buenas costumbres»). Pero para el «primitivo» un acto tal no es nunca simplemente fisiológico; es, o puede llegar a serlo, un «sacramento», una comunión con lo sagrado.
El lector se dará cuenta en seguida de que lo sagrado y lo profano constituyen dos modalidades de estar en el mundo, dos situaciones existenciales asumidas por el hombre a lo largo de su historia. Estos modos de ser en el Mundo no interesan sólo a la historia de las religiones o a la sociología, no constituyen un mero objeto de estudios históricos, sociológicos, etnológicos.
En última instancia, los modos de ser sagrado y profano dependen de las diferentes posiciones que el hombre ha conquistado en el Cosmos; interesan por igual al filósofo que al hombre indagador ávido de conocer las dimensiones posibles de la existencia humana.
Por eso, a pesar de su condición de historiador de las religiones, el autor de este librito no se propone escribir exclusivamente desde la perspectiva de su disciplina. El hombre de las sociedades tradicionales es, por supuesto, un homo religiosus, pero su comportamiento se inscribe en el comportamiento general del hombre y, por consiguiente, interesa a la antropología filosófica, a la fenomenología y a la psicología.
Para resaltar mejor las notas específicas de la existencia en un mundo susceptible de convertirse en sagrado no vacilaremos en citar ejemplos tomados de un gran número de religiones, pertenecientes a épocas y culturas diferentes. [...]
HOMOGENEIDAD ESPACIAL E HIEROFANIA
Para el hombre religioso el espacio no es homogéneo; presenta roturas, escisiones: hay porciones de espacio cualitativamente diferentes de las otras: «No te acerques aquí —dice el Señor a Moisés—, quítate el calzado de tus pies; pues el lugar donde te encuentras es una tierra santa» (Éxodo, III, 5). Hay, pues, un espacio sagrado y, por consiguiente, «fuerte», significativo, y hay otros espacios no consagrados y, por consiguiente, sin estructura ni consistencia; en una palabra: amorfos. Más aún: para el hombre religioso esta ausencia de homogeneidad espacial se traduce en la experiencia de una oposición entre el espacio sagrado, el único que es real, que existe realmente, y todo el resto, la extensión informe que le rodea. Digamos acto seguido que la experiencia religiosa de la no-homogeneidad del espacio constituye una experiencia primordial, equiparable a una «fundación del mundo». No se trata de especulación teológica, sino de una experiencia religiosa primaria, anterior a toda reflexión sobre el mundo. Es la ruptura operada en el espacio lo que permite la constitución del mundo, pues es dicha ruptura lo que descubre el «punto fijo», el eje central de toda orientación futura. Desde el momento en que lo sagrado se manifiesta en una hierofanía cualquiera no sólo se da una ruptura en la homogeneidad del espacio, sino también la revelación de una realidad absoluta, que se opone a la no-realidad de la inmensa extensión circundante. La manifestación de lo sagrado fundamenta ontológicamente el Mundo. En la extensión homogénea e infinita, donde no hay posibilidad de hallar demarcación alguna, en la que no se puede efectuar ninguna orientación, la hierofanía revela un «punto fijo» absoluto, un «Centro».
Se ve, pues, en qué medida el descubrimiento, es decir, la revelación del espacio sagrado, tiene un valor existencial para el hombre religioso: nada puede comenzar, hacerse, sin una orientación previa, y toda orientación implica la adquisición de un punto fijo. Por esta razón el hombre religioso se ha esforzado por establecerse en el «Centro del Mundo». Para vivir en el Mundo hay que fundarlo, y ningún mundo puede nacer en el «caos» de la homogeneidad y de la relatividad del espacio profano. El descubrimiento o la proyección de un punto fijo —el Centro— equivale a la Creación del Mundo; en seguida unos ejemplos vendrán a mostrar con la mayor claridad el valor cósmico de la orientación ritual y de la construcción del espacio sagrado. Por el contrario, para la experiencia profana, el espacio es homogéneo y neutro: ninguna ruptura diferencia cualitativamente las diversas partes de su masa. El espacio geométrico puede ser señalado y delimitado en cualquier dirección posible, mas ninguna diferenciación cualitativa, ninguna orientación es dada por su propia estructura. Evidentemente, es preciso no confundir el concepto del espacio geométrico, homogéneo y neutro, con la experiencia del espacio «profano», que se opone a la experiencia del espacio sagrado y que es la única que interesa a nuestro propósito. El concepto del espacio homogéneo y la historia de este concepto (pues ya lo había adquirido el pensamiento filosófico y científico desde la antigüedad) constituye un problema muy distinto, que no abordamos. Lo que interesa a nuestra investigación es la experiencia del espacio tal como la vive el hombre noreligioso, el hombre que rechaza la sacralidad del Mundo, que asume únicamente una existencia «profana», depurada de todo presupuesto religioso.
Inmediatamente se impone añadir que una existencia profana de semejante índole jamás se encuentra en estado puro. Cualquiera que sea el grado de desacralización del Mundo al que haya llegado, el hombre que opta por una vida profana no logra abolir del todo el comportamiento religioso. Habremos de ver que incluso la existencia más desacralizada sigue conservando vestigios de una valoración religiosa del Mundo.
De momento dejemos de lado este aspecto del problema y ciñámonos a comparar las dos experiencias en cuestión: la del espacio sagrado y la del espacio profano. Recuérdense las implicaciones de la primera: la revelación de un espacio sagrado permite obtener «un punto fijo», orientarse en la homogeneidad caótica, «fundar el Mundo» y vivir realmente. Por el contrario, la experiencia profana mantiene la homogeneidad y, por consiguiente, la relatividad del espacio. Toda orientación verdadera desaparece, pues el «punto fijo» no goza ya de un estatuto ontológico único: aparece y desaparece según las necesidades cotidianas. A decir verdad, ya no hay «Mundo», sino tan sólo fragmentos de un universo roto, la masa amorfa de una infinidad de «lugares» más o menos neutros en los que se mueve el hombre bajo el imperio de las obligaciones de toda existencia integrada en una sociedad industrial.
Y, sin embargo, en esta experiencia del espacio profano siguen interviniendo valores que recuerdan más o menos la no-homogeneidad que caracteriza la experiencia religiosa del espacio. Subsisten lugares privilegiados, cualitativamente diferentes de los otros: el paisaje natal, el paraje de los primeros amores, una calle o un rincón de la primera ciudad extranjera visitada en la juventud. Todos estos lugares conservan, incluso para el hombre más declaradamente no-religioso, una cualidad excepcional, «única»: son los «lugares santos» de su Universo privado, tal como si este ser noreligioso hubiera tenido la revelación de otra realidad distinta de la que participa en su existencia cotidiana.
No perdamos de vista este ejemplo de comportamiento «cripto-religioso» del hombre profano. Habremos de tener ocasión de volvernos a encontrar con otras ilustraciones de esta especie de degradación y de desacralización de valores y comportamientos religiosos. Más adelante nos daremos cuenta de su significación profunda.
TEOFANIA Y SIGNOS
Para poner en evidencia la no-homogeneidad del espacio, tal como la vive el hombre religioso, se puede recurrir a un ejemplo trivial: una iglesia en una ciudad moderna. Para un creyente esta iglesia participa de otro espacio diferente al de la calle donde se encuentra. La puerta que se abre hacia el interior de la iglesia señala una solución de continuidad. El umbral que separa los dos espacios indica al propio tiempo la distancia entre los dos modos de ser: profano y religioso. El umbral es a la vez el hito, la frontera, que distingue y opone dos mundos y el lugar paradójico donde dichos mundos se comunican, donde se puede efectuar el tránsito del mundo profano al mundo sagrado. Una función ritual análoga corresponde por derecho propio al umbral de las habitaciones humanas, y por ello goza de tanta consideración. Son muchos los ritos que acompañan al franqueamiento del umbral doméstico. Se le hacen reverencias o prosternaciones, se le toca piadosamente con la mano, etc. El umbral tiene sus «guardianes»: dioses y espíritus que defienden la entrada, tanto de la malevolencia de los hombres, cuanto de las potencias demoníacas y pestilenciales. Es en el umbral donde se ofrecen sacrificios a las divinidades tutelares. Asimismo es ahí donde ciertas culturas paleo-orientales (Babilonia, Egipto, Israel) situaban el juicio. El umbral, la puerta, muestran de un modo inmediato y concreto la solución de continuidad del espacio; de ahí su gran importancia religiosa, pues son a la vez símbolos y vehículos del tránsito. Desde este momento se comprende por qué la iglesia participa de un espacio radicalmente distinto al de las aglomeraciones humanas que la circundan. En el interior del recinto sagrado queda trascendido el mundo profano. En los niveles más arcaicos de cultura esta posibilidad de trascendencia se expresa por las diferentes imágenes de una abertura: allí, en el recinto sagrado, se hace posible la comunicación con los dioses; por consiguiente, debe existir una «puerta» hacia lo alto por la que puedan los dioses descender a la Tierra y subir el hombre simbólicamente al Cielo. Hemos de ver en seguida que tal ha sido el caso de múltiples religiones. El templo constituye, propiamente hablando, una «abertura» hacia lo alto y asegura la comunicación con el mundo de los dioses.
Todo espacio sagrado implica una hierofanía, una irrupción de lo sagrado que tiene por efecto destacar un territorio del medio cósmico circundante y el de hacerlo cualitativamente diferente. Cuando, en Jarán, Jacob vio en sueños la escala que alcanzaba el Cielo y por la cual los ángeles subían y bajaban, y escuchó en lo alto al Señor, que decía: «Yo soy el Eterno, el Dios de Abraham», se despertó sobrecogido de temor y exclamó: «¡Qué terrible es este lugar! Es aquí donde está la casa de Dios. Es aquí donde está la puerta de los Cielos.» Y cogió la piedra que le servía de almohada y la erigió en monumento y derramó aceite sobre su extremo. Llamó a este lugar Bethel, es decir, «Casa de Dios» (Génesis, XXVIII, 12-19). El simbolismo contenido en la expresión «Puerta de los Cielos» es rico y complejo: la teofanía consagra un lugar por el hecho mismo de hacerlo «abierto» hacia lo alto, es decir, comunicante con el Cielo, punto paradójico de tránsito de un modo de ser a otro. Pronto encontraremos ejemplos todavía más precisos: santuarios que son «Puertas de los Cielos», lugares de tránsito entre el Cielo y la Tierra.
A menudo ni siquiera se precisa una teofanía o una hierofanía propiamente dichas: un signo cualquiera basta para indicar la sacralidad del lugar. «Según la leyenda, el morabito que fundó El-Hemel se detuvo, a finales del siglo XVI, para pasar la noche cerca de la fuente y clavó un bastón en el suelo. A la mañana siguiente, al querer cogerlo de nuevo para proseguir su camino, encontró que había echado raíces y que de él habían brotado retoños. En ello vio el indicio de la voluntad de Dios y estableció su morada en aquel lugar». Y es que el signo portador de significación religiosa introduce un elemento absoluto y pone fin a la relatividad y a la confusión. Algo que no pertenece a este mundo se manifiesta de manera apodíctica y, al hacerlo así, señala una orientación o decide una conducta.
Cuando no se manifiesta ningún signo en los alrededores, se provoca su aparición. Se practica, por ejemplo, una especie de evocatio sirviéndose de animales: son ellos los que muestran qué lugar es susceptible de acoger al santuario o al pueblo. Se trata, en suma, de una evocación de fuerzas o figuras sagradas, que tiene como fin inmediato la orientación en la homogeneidad del espacio. Se pide un signo para poner fin a la tensión provocada por la relatividad y a la ansiedad que alimenta la desorientación; en una palabra: para encontrar un punto de apoyo absoluto. Un ejemplo: se persigue a un animal salvaje, y en el lugar donde se le abate se erige el santuario, o bien se da suelta a un animal doméstico —un toro, por ejemplo— , pasados unos días se va en su búsqueda y se le sacrifica en el lugar donde se le encuentra. A continuación se erigirá un altar y alrededor de este altar se construirá el pueblo. En todos estos casos son los animales los que revelan la sacralidad del lugar: los hombres, según eso, no tienen libertad para elegir el emplazamiento sagrado. No hacen sino buscarlo y descubrirlo mediante la
ayuda de signos misteriosos. Este puñado de ejemplos nos ha mostrado los diferentes medios por los cuales recibe el hombre religioso la revelación de un lugar sagrado. En cada uno de estos casos, las hierofanías anulan la homogeneidad del espacio y revelan un «punto fijo». Pero, habida cuenta de que el hombre religioso no puede vivir sino en una atmósfera impregnada de lo sagrado, es de esperar la existencia de multitud de técnicas para consagrar el espacio. Según hemos visto, lo sagrado es lo real por excelencia, y a la vez potencia, eficiencia, fuente de vida y de fecundidad. El deseo del hombre religioso de vivir en lo sagrado equivale, de hecho, a su afán de situarse en la realidad objetiva, de no dejarse paralizar por la realidad sin fin de las experiencias puramente subjetivas, de vivir en un mundo real y eficiente y no en una ilusión. Tal comportamiento se verifica en todos los planos de su existencia, pero se evidencia sobre todo en el deseo del hombre religioso de moverse en un mundo santificado, es decir, en un espacio sagrado. Esta es la razón que ha conducido a elaborar técnicas de orientación, las cuales, propiamente hablando, son técnicas de construcción del espacio sagrado. Mas no se debe creer que se trata de un trabajo humano, que es su propio esfuerzo lo que permite al hombre consagrar un espacio. En realidad, el ritual por el cual construye un espacio sagrado es eficiente en la medida que reproduce la obra de los dioses. Pero para comprender mejor la necesidad de construir ritualmente el espacio sagrado hay que hacer cierto hincapié en la concepción tradicional del «Mundo». Inmediatamente se adquirirá conciencia de que todo «mundo» es para el hombre religioso un «mundo sagrado».
CAOS Y COSMOS
Lo que caracteriza a las sociedades tradicionales es la oposición que tácitamente establecen entre su territorio habitado y el espacio desconocido e indeterminado que les circunda: el primero es el «Mundo» (con mayor precisión: «nuestro mundo»), el Cosmos; el resto ya no es un Cosmos, sino una especie de «otro mundo», un espacio extraño, caótico, poblado de larvas, de demonios, de «extranjeros» (asimilados, por lo demás, a demonios o a los fantasmas). A primera vista, esta ruptura en el espacio parece debida a la oposición entre un territorio habitado y organizado; por tanto, «cosmizado», y el espacio desconocido que se extiende allende sus fronteras: de un lado se tiene un «Cosmos», del otro, un «Caos». Pero se verá que, si todo territorio habitado es un Cosmos, lo es precisamente por haber sido consagrado previamente, por ser, de un modo u otro, obra de los dioses, o por comunicar con el mundo de éstos. El «Mundo» (es decir, «nuestro mundo») es un universo en cuyo interior se ha manifestado ya lo sagrado y en el que, por consiguiente, se ha hecho posible y repetible la ruptura de niveles.
Todo esto se desprende con meridiana claridad del ritual védico de toma de posesión de un territorio: la posesión adquiere validez legal por la erección de un altar del fuego consagrado a Agni: «Se dice que está instalado cuando se ha construido un altar de fuego (garha-patya), y todos los que construyen el altar de fuego quedan legalmente establecidos» (çatapatha Bráhamana, VI, i, I,1-4). Por la erección del altar del fuego, Agni se hace presente y la comunicación con el mundo de los dioses queda asegurada: el espacio del altar se convierte en un espacio sagrado. Con todo, la significación del ritual es mucho más compleja, y si se tienen en cuenta todas sus articulaciones, se comprende el porqué la consagración de un territorio equivale a su cosmización. En efecto, la erección de un altar a Agni no es sino la reproducción, a escala microcósmica, de la Creación. El agua en la que se amasa la arcilla se asimila al Agua primordial; la arcilla que sirve de base al altar simboliza la Tierra; las paredes laterales representan la Atmósfera, etc. Y la construcción se acompaña de cánticos que proclaman explícitamente qué región cósmica se acaba de crear (çatapatha Bráhamana, I, ix, 2, 29, etc.). En una palabra: la erección de un altar del fuego, lo único que da validez a la toma de posesión de un territorio, equivale a una cosmogonía. Un territorio desconocido, extranjero, sin ocupar (lo que quiere decir con frecuencia: sin ocupar por «los nuestros»), continúa participando de la modalidad fluida y larvaria del «Caos». Al ocuparlo y, sobre todo, al instalarse en él, el hombre lo transforma simbólicamente en Cosmos por una repetición ritual de la cosmogonía. Lo que ha de convertirse en «nuestro mundo» tiene que haber sido «creado» previamente, y toda creación tiene un modelo ejemplar: la Creación del Universo por los dioses. Los colonos escandinavos, cuando tomaron posesión de Islandia (land-náma) y la roturaron, no consideraban esta empresa ni como una obra original, ni como un trabajo humano y profano. Para ellos, su labor no era más que la repetición de un acto primordial: la transformación del Caos en Cosmos por el acto divino de la Creación. Al trabajar la tierra desértica, repetían simplemente el acto de los dioses que habían organizado el Caos dándole una estructura, formas y normas. Trátese de roturar una tierra inculta o de conquistar y de ocupar un territorio ya habitado por «otros» seres humanos: la toma de posesión ritual debe en uno u otro caso repetir la cosmogonía. En la perspectiva de las sociedades arcaicas, todo lo que no es «nuestro mundo» no es todavía «mundo». No puede hacer uno «suyo» un territorio si no le crea de nuevo, es decir, si no le consagra. Este comportamiento religioso con respecto a las tierras desconocidas se prolongó, incluso en Occidente, hasta la aurora misma de los tiempos modernos. Los «conquistadores» españoles y portugueses tomaban posesión, en nombre de Jesucristo, de los territorios que habían descubierto y conquistado. La erección de la Cruz consagraba la comarca, equivalía, en cierto modo, a un «nuevo nacimiento»: por Cristo, «las cosas viejas han pasado ; he aquí que todas las cosas se han hecho nuevas» (II Corintios, 17). El país recién descubierto quedaba «renovado», «recreado» por la Cruz. ELIADE. Mircea; Lo sagrado y lo profano; Guadarrama/Punto Omega, México, 1981, pp. 5- 22.
Texto 8
"Lo sagrado y lo profano están siempre en perpetuo canje. Todo es capaz de haber sido sagralizado y, en definitiva, si se hace el recuento de las religiones, habrá pocas cosas profanas que no hayan sido sacralizadas. Sin embargo, cada religión selecciona unas cuantas para sacralizarlas. Y por esto hay una verdadera dialéctica de lo sagrado. El objeto, al sacralizarse, en cierto modo se aleja de sí mismo y pasa a otro mundo. Los objetos, además, adquieren y pierden y pueden volver a reconquistar su valoración sacra. Esta dialéctica es la coincidencia dinámica de lo sagrado y de lo profano en toda hierofanía."

II.  Selección de Textos de Heráclito y Parménides


Texto 9.
Habla Parménides:

- "Los corceles me arrastran, tan lejos como el ánimo anhela, me
llevaron. Y una vez que en el renombrado camino de la Diosa me
hubieron puesto, que lleva al varón sapiente a través de los poblados,
por allí me condujeron. Por allí me llevaban los hábiles corceles
tirando del carruaje; las doncellas indicaban el camino".
Habla la diosa:
"Pues bien, yo te diré -cuida tu de la palabra escuchada- las únicas
vías de indagación que se echan de ver. La primera, que es y que no es
posible no ser, de persuasión es sendero (pues a la verdad sigue). La
otra, que no es y que es necesario no ser, un sendero, te digo,
enteramente impracticable. Pues no conocerías lo no ente (no es
hacedero) ni decirlo podrías en palabras". (Frag. II) (…) Pero mira:
lo ausente está a la vez firmemente presente para el noûs,  porque [el
noûs] no apuntará lo ente de su conexión con lo ente, ni disperso por
todas partes y de todos lo modos según un orden, ni reunido en sólida
consistencia."
 Parménides, Poema, Proemio, frag. I, 1-5; II y IV.


Texto 10
Habla Heráclito:

"Todo sucede según discordia" (8). 
"Sobre quienes se bañan en los mismos ríos afluyen aguas distintas y otras distintas" (12).
"Uno, lo único sabio, quiere y no quiere ser llamado con el nombre de Zeus" (32). 
 "Cuando se escucha, no a mí, sino al logos, es sabio convenir en que todas las cosas son una" (50). 
"Como una misma cosa está en nosotros los viviente y lo muerto, así como lo despierto y lo dormido, lo joven y lo viejo; pues éstos, al cambiar, son aquéllos, y aquéllos,al cambiar, son éstos" (88).
 "A la naturaleza le place ocultarse" (123).
 "Es necesario que los que hablan con inteligencia confíen en lo común a todos, tal como un Estado en su ley, y con mucha mayor confianza aún; en efecto, todas las leyes se nutren de una sola, la divina" (114).

HeráclitoFragmentos, extraídos de  Los filósofos
presocráticos
 de C. Eggers y V. Juliá,  Gredos, Madrid, 1978.