14 de marzo de 2008

Victor Jara: El derecho de Pensar


Por Vicente Aravena Salazar

3ro Medio C

Amanda diariamente los veía correr y correr por los amplios parajes de su campito, en la localidad de Lonquén, más precisamente en la Quiriquina. María y Georgina se perseguían una a otra siguiendo con la temática del tradicional juego de “la Pinta”. Por otro lado, Eduardo (Lalo), Víctor y Roberto, el menor; improvisaban una cancha de fútbol, con los palos de escobas como arcos y un enorme toldo color verde-azulado, utilizado por Manuel, el padre el padre de los cinco, para tapar las plantas que con tanto esfuerzo cuidaba en su trabajo de inquilino. Esto sacaba de quicio a Amanda, pero a la vez sentía una felicidad pasiva al ver las caras de alegría de sus hijos, ó “motivos de vivir” como los llamaba ella.

Victor, siempre tuvo un gran interés por la guitarra, instrumento que amenizaba todas las tardes después del almuerzo en la pequeña terraza de madera, la cuál era la fuente de alimentación de un grupo de termitas felices por este manjar en demasía. La pureza con que los dedos de su madre presionaban las cuerdas para formar un acorde y este a la vez ser parte de un círculo armónico propio de las tonadas Tradicionales chilenas, dejaba a Victor atónito y ansioso por querer introducirse en el mágico mundo de aquel instrumento. Fue así que luego de insistir cuatro desayunos, tres almuerzos y cuatro onces y media, su madre decidió enseñarle porque o sino moriría de los nervios en un futuro muy cercano.
Su hermana María, que veía la guitarra como un verdadero rallador de papas, le dijo a Victor en un tono jocoso “Por tanto tocar esa cosita tus dedos terminaran donde comienzan las uñas” (Falacia Post Hoc). Él, indiferente a todo comentario burlesco, siguió sacándole música al instrumento.

Luego de una larga vida en el pueblo de san Ignacio en la Quiriquina, la familia Jara-Martínez se traslada a Santiago, lugar lleno de oportunidades, de surgimiento, de globalización, de casitas muy bonitas en su parte Oriente, lleno de igualdad. Como resultado de esa igualdad se fueron a vivir a la población Los Nogales cerca de la Estación Central. Amanda pasó a ser el sostén económico de la familia; para mantener a sus hijos instaló y comenzó a atender un puesto de comidas en la Vega Poniente, un mercado de abastecimiento de Santiago.
Ya cuando Victor cumplió los veintiún años, su familia se dispersó completamente a producto de un quiebre económico-social. Ahogado en la soledad, Victor comenzó la búsqueda de su identidad. Decidió ingresar al Seminario de la Orden de los Redentoristas de San Bernardo, pero luego de un tiempo se dio cuenta que ese no era su camino. Se esmeró por estudiar algo a nivel profesional y se matriculó en actuación y dirección teatral en la Universidad de Chile. Esto le abrió gran cantidad de puertas en el ámbito de la cultura en donde conoció a mucha gente relacionada con el partido Comunista, donde militaría mas adelante. En aquel tiempo compuso su primera Canción que la llamo “Paloma quiero contarte” y luego “Manifiesto”. La primera en honor a su reciente amor Joan que luego le daría dos hermosas hijas Amanda y Manuela. De Joan estuvo muy enamorado en señal de comprobación a esto le dijo a su madre” No puedo probar el amor que tengo por ella, por lo tanto digo que es infinito” (Falacia ad ignorantiam)

En Chile se respiraba un aire que hacía poner los pelos de punta, un aire que era totalmente invisible para los ciudadanos, hasta lo era para el actual presidente, Salvador Allende. En la tele, se veían los clásicos anuncios comerciales de esas clásicas familias, en un clásico parque donde todo era totalmente perfecto. Cada hoja de cada árbol estaba simétricamente puesta para que no llegara ni un insignificante rayito de luz a la cara de la madre ya que podía estropear los cuarenta y cinco minutos y dieciséis segundos de trabajo del estilista. Todo era “normal” en Santiago, la gente caminaba por las aceras tratando de no pisar sobre las uniones de las placas de cemento de un metro al cuadrado, las quintas de recreo funcionaban como lo eran habitualmente, los jóvenes, adultos y ancianos se trasladaban a sus casas en la locomoción colectiva que funcionaba con unas especies de buses abstractos del mismo color de la orina excesivamente sodificada, que al apretar el acelerador desprendían una nebulosa del color del carbón a la cuál se era totalmente indiferente; la derecha seguía con sus típicos comentarios destructivos sin sentido alguno, opiniones que eran totalmente inconsecuentes puesto que luego de emitirlas mostraban una indiferencia que a Victor lo secaba por dentro al igual que una pasa. Así era la cosa, todo normal hasta que en el año 1973 las calles se vieron inundadas en personajes verdes que daba la impresión de que se querían camuflar de algo pero el gris de la Urbe no se los permitía. Lo que sucedía era que un tal personaje de baja estatura, canoso, de un traje más blanco que la nieve misma y con unas gafas tan oscuras que era como ver el túnel Zapata de noche, se había revelado tiránicamente ante el gobierno de Salvador arrojando bombas incivilizadamente hacia adentro del palacio de La Moneda.

Tranquilamente se encontraba Victor en su casa mojándose la cara con agua que sacaba de un pozo comunitario en la población Los Nogales, ritual que seguía cada mañana antes de ir a estudiar. Antes de poner la bolsita de té dentro de la taza prendió la radio sintonizando el dial de la radio Magallanes. Atónito por la noticia recién recibida no se movió por cinco largos minutos hasta que entró a su casa, Armando amigo de él desde que llegó a la población. Aquel amigo ya formaba parte de las listas de integrantes de la “jota”; al verlo en ese estado de perplejidad le movió el brazo y recién ahí Victor supo que su amigo se encontraba en su casa. Le pregunto la razón de su inmovilidad pasada y él le contestó “¡ Pi..Pinochet lo traicionó !“ dijo con voz entrecortada, Armando antes de que terminara la frase exclamó “ Siempre lo supe, ahora si que deben estar contentos los momios. Un día me dijeron en una discusión pública que los derechistas eran muy racionales y humanitarios para tomar sus decisiones, pero nunca hay que creerle a personas como ellos” (Falacia ad hominem) expresó Armando muy llevado a sus ideas y con gran convicción. Rápidamente se puso un pantalón de tela gris que usaba muy seguido y partió a la Universidad Técnica del Estado, lugar donde laboraba día a día.
Ya en las proximidades de la Universidad con un cigarro que se consumió con gran rapidez debido a la velocidad con que corría ya que los enormes tanques que trituraban el pavimento y que a la vez producían un sonido alarmante que lo hizo dirigirse a su destino fugazmente. A casi doscientos metros de la entrada y con un gran numero de estudiantes y profesores que estaban en su misma condición, un grupo de alrededor de doce carabineros se cruzaron en frente del grupo que corría y el mandamás de montón verde, gritó con una furia rimbombante “¡Por orden de mi general Augusto Pinochet, se detienen en este instante o aquí mismo los fusilo! “(Falacia ad baculum) Al captar la brutalidad con que el carabinero se dirigió reaccionaron y se detuvieron. En seguida llegó un camión de esos que se carga la fruta en la feria, pero pintado verde con blanco, el cual en las ventanas tenía barrotes y los hicieron subirse dentro de aquel por las puertas traseras. Victor, se empezó hacer una idea de lo que sería nuestro país. Dentro del camión no habló con nadie a pesar de que los que estaban eran conocidos, solo pensó en su familia, especialmente en Amanda- su madre-, Joan, y sus hijas. Mientras los recuerdos viajaban en su cabeza como góndolas de Venecia, Su obra prima comenzó escucharse en su mente. Su inconciente reproducía lentamente los exquisitos versos de su canción “Paloma quiero contarte que estoy solo que te quiero. Que la vida se me acaba porque te tengo tan lejos, palomita verte quiero”. Esto lleno de nostalgia su corazón pero todo esto se cortó drásticamente con la apertura de las puertas del camión.
Quiso ubicarse, pero no supo donde estaba. De repente un vago recuerdo televisivo le hizo saber que se encontraba en el Estadio Nacional. A medida de que iban entrando se escuchaba a los minutos un grito mortífero que empezaba desde las entrañas y terminaba en la boca, seguido de una especie de vomito sangriento. Victor ya resignado ante su vida rogaba a Dios para que lo dejaran libre, él era el último de la fila. Cuando habían llegado al ante penúltimo, el que era un hombre de un aspecto intelectual gritó a viva voz “Mi presidente Salvador dice que podemos vivir tranquilamente en este país porque nos hacen esto” (Falacia ad verecundiam) y en un rango de diez minutos ya era parte de la historia.

Cuando llegó el momento de Victor, los soldados y carabineros se reían en su cara diciéndose unos a otros “Este es el comunista que anda cantando cosas contra nuestro general, ahora va a saber si seguir cantando o no”. Lo tomaron y lo arrojaron al paso de la cancha como si fuera un cadáver junto a los demás. Dentro, Victor reconoció varias caras, algunas lloraban, otras seguían frente en alto y otras por desgracia ya no existían. Dentro del estadio los torturaban de distintas formas y los hombres verdes se divertían como si estuvieran en un parque de entretenciones. Luego de unos días de hambre y tensión a Victor le había llegado su turno, un soldado comenzó por golpearle las manos hasta rompérselas. Mientras ocurría esto, nuevamente los versos de uno de sus temas mas relevantes empozó a caminar en su cabeza “Yo no canto por cantar, ni por tener buena voz…del que morirá cantando las verdades verdaderas” Victor levantó la cabeza y se dirigió al carabinero que lo torturaba “Este es el Chile digno que quieres?, el Chile igualitario y democrático, así lo quieres para tus hijos?”(Falacia ad populum) Luego de unos segundos otro soldado terminó por acribillarlo en frente de todos el día 16 de septiembre.

Ahí se extinguió la vida del recordado cantautor chileno que solamente quiso aportar para un Chile mejor, una vida mejor a través de su música. La cual lamentablemente no fue comprendida por un sector de nuestro país, nuestro Chile igualitario. Ahí murió Victor Jara. Pero sin embargo revindicó en nosotros el derecho de pensar.

4 comentarios:

Teoría del Conocimiento dijo...

Vicho:

Como primera cosa, debo reconocer que no sé cuánto de esta historia es invención tuya y cuánto hecho, mas, encuentro que has hecho un buen trabajo. A pesar de que no sea en esencia hilarante, tiene algunos comentarios chistosos disfrazados entre unas y otras frases. Encontré que posee unos toques de dulzura y evidentemente es un trabajo que nos expone la vida de un gran personaje chileno.

Por otro lado, las falacias están muy bien ocupadas, se nota que entendiste cómo utilizarlas y las ocupaste todas , junto a la regla de nombrarlas entre paréntesis. El título es sugerente y está bien conjugado con el final de la historia, que está correctamente estructurada según el protocolo y con sus personajes caracterizados, pero hay muchas faltas de ortografía y en algún caso, una palabra agregada por error le quitaba la coherencia a ciertas oraciones, pero no eran más que tres los casos.

Escribiste una historia muy sutil, sobre un modesto mártir, como muchos otros.

Leopardo di Caprio
)melkor(

Unknown dijo...

Buena Vicho:
me gustó mucho tu trabajo. el principio de la historia fue descrita a la perfección: tierna, conmovedora y realista.
se nota tu interés por el tema y eso es bueno. debido a tu sentido del humor, esperaba leer algo chistoso, pero me sorprendiste.
De acuerdo con el Melkor en cuanto a tu utilización de las falacias, muy bien.

Lo que más me gustó fue la conclusión que escribiste al final. saludos...

Tomás Marticorena

Teoría del Conocimiento dijo...

holiwi Vicente:

me parece que tu historia está re buena, simplemente lamento el hecho de que en vez de haber inventado tu una historia, complementaste una que pasó, pero en fin, me gusto como ocupaste las falacias aunque algunas están medias ambiguas.
Muy buena la estructura, le diste una buena presentación, algo así como bien interesante, el desarrollo me encanto por su melodrama con ciertas tallas camufladas, pero sin duda que la conclusión del texto fue lo mejor, termina por darle el sentido a tu titulo y es super conmovedor.

También me gustaría citar al mini copiándole sus palabras de que tu historia nos habla sobre el pasado de nuestro país. Bueno bueno, que masa decirte, para la otra revise mejor la ortografía compadre y aprovecha tu ingenio que es una gran cualidad que tu tienes...a si y como recomendación mía, trata de no politizar tanto tus cosas, o mas bien de no marcar tanto tus tendencias en cosas que no requieren que lo hagas, no todo en la vida es política, o mejor dicho critica política.

cúidese pues perrito zorrón ...y buen trabajo...congratulations...

Aio!!

MaTias ...el compadre Valdés...xD

ValentinaCArrozzi dijo...

Hermsa creación, Vicente. Hermosa y terrible re/creación de un acontecimiento que todavía no podemos entender.

Revisa el post hoc en su formulación.

Cariños