12 de marzo de 2008

*Un silencio aBsUrDo*

Rodolfo Vivanco de Col



Tres extranjeros negros citados para el día 29 de febrero del presente bisiesto, fue lo que el abogado defensor vio dibujado en su curiosa agenda sin hojas. Cuando acudió a su llamado ya eran ingraficables el número de días de silencio irrevocable.
Se preguntó qué hacían tres personas hablantes en el país donde se vivía una guerra civil y claramente de como discimular el miedo a la extraña novedad.



Así se vivía desde la tarde en que el primer ministro contestó con una burla a la solicitud del general en jefe del ejército, que consistía en que el mismo primer ministro debería participar en la marcha del 29 de Febrero (día de la independencia de la isla). “El presidente dijo que los hombres como él no estaban hechos para dirigir a rebeldes sin remedio” (ad hominem). Esto desató la fatal guerra civil entre el ejército del general feliz y el gobierno reprimido por “el presidente herido, que se justificaba con que era lo mejor para todos” (ad verecundiam). La guerra silenciosa fue de tal magnitud que al poco tiempo ya nadie estaba seguro de poder pronunciar el nombre de las pocas personas que conocían, quizás más por el miedo a la respuesta que a la imposibilidad de la pronuncia.
Así fue cómo el único abogado defensor sobreviviente a la guerra silenciosa fue llamado por una más de las campanillas que cada persona debía tener en su centro de trabajo en caso de una solicitud de un superior, y por qué más sería que un delito de atentado lingüístico de primer grado calificado.

“¡Si nadie habla es porque están todos mudos!” (Afirmación del consecuente) fue lo que intentó decir el extranjero al pasar frente a la silenciosa fuente de soda de la plaza central y con asombro fue escuchado por la muchedumbre que sin un producir sonido alguno huyó al ver la proclamación del recién llegado. “Como nadie nunca supo el origen de la llegada de “los importados” al no poder comunicarse con ellos y nadie sabía de donde venían, se asumió que cayeron del cielo” (ad ignorantiam) pero claro estuvo, que a pesar de la divinidad pensada y jamás comentada por el pueblo, los “tres importados” fueron aprisionados casi imperceptiblemente por los restos de las fuerzas públicas que aún luchaban a favor del gobierno herido.

Nosotros somos pensantes de paz, fue lo que el aterrado abogado no pudo entender, no porqué fuera una lengua ajena que pudo haber conocido, si no porque su oído no comprendía código lingüístico alguno, cada vez que pensaba como empeoraban las cosas en la ciudad, se daba cuenta que sus pensamientos no eran más que los estímulos que generan los pensamientos, porque no sabía si existiera alguna palabra capaz de describirlos. Pero por algo aquel abogado era el último, no porque los abogados tengan que hablar el dejaría de trabajar a su manera, que a su vez era la causa de su desempleo, que por fin le fue útil. El abogado tenía la facultad de dibujar de tal manera que con solo una línea representaría lo que el mismo llamó sin capacidad de decirlo en su esplendor: “logoterográfico justiciero”. Lo que todos saben pero nadie dirá es que su teoría sí es asertiva pero ya nadie sabía como decírselo.



El asumió por las grandes caravanas con la gente negra proveniente del Brasil, que sus negros protegidos no podían ser si no habitantes de su mismo país los cuales debieron haber sido confundidos por esclavos por los esclavistas que debieron dar por hecho que no eran del lugar porque ellos si hablaban, pero jamás consideraron que quedaban pocos e impensados con ese don. “El abogado sabía que sólo las personas menos reconocidas socialmente conservaban en la ciudad el don del habla, y al no entender nada de lo que sus inculpados hablaban por que el ya no hablaba y entendía nada, dio por hecho que los extranjeros que sí eran extranjeros, no lo eran, y habitaban en el “barrio absurdo” de la ciudad” (post hoc) contradiciendo las pruebas y teorías de todo el pueblo las cuales nunca supo por no poder escucharlas.

Así fue como el último abogado de la ciudad (porque no podía haber otro) desapareció un 29 de Febrero mientras el único sonido que se dejaba escuchar en toda la ciudad fue la caída del presidente ante el ejército revelado que alzaba banderas de triunfo ante el silencioso cometido. Para curiosidad de algunos pocos la noticia más importante no fue que acabara la guerra liderada por el feliz general, si no la desaparición de las únicas personas conocidas que podían hablar en la isla que todos esperaban que fueran juzgadas a la ley impresa y manipulada por lectores invisibles.



Este día fue olvidado cuando murió el último testigo, y así fue como un dibujante que nunca habló en su vida expuso la idea de que “nadie que hablara podía vivir en la isla, porque si no; ¿quién prestaría atención y se interesaría en registrar los grandes sucesos y avances globales si la gente que habla genera curiosidad por el arte del hablar y no ayuda a la sistematización? (ad populum), todo el mundo estaría pendiente del dotado hablador, todos dejarían de vivir a base del silencio, lo que incomodaría al proceso. Los políticos que dejaron en claro que todo el que intente hablar será excluido para conservar el orden (ad baculum), y pasado el tiempo, la misma gente “normal” que gozaba del arte de algo tan común como fue comunicarse en antiguos tiempos, fue absorbida por el gran silencio.


2 comentarios:

ValentinaCArrozzi dijo...

Muy bien la historia.

Revisa la formulación explícita y completa de algunas falacias. Todas deben tener dos premisas y una conclusión.

Cariños

Teoría del Conocimiento dijo...

me gusto mucho el texto, si bien me confundi un poco en las formulaciones de algunas de las falacias, me di cuenta que no estaban mal.
encontre un texto interesante en la formulacion de la historia y la idea de la historia
saludos!

Baeza