Colegio San Ignacio
Cuartos Medios
Taller de Aplicación Ética
Análisis Ético-Político del discurso de Cambio de mando CES 2010
En equipos de 4 personas, redacten una carta al CES 2010 en la que analicen críticamente los postulados y argumentos del Presidente saliente. La carta debe contener:
I. Análisis y comprensión del texto
1. ¿Cuáles son los temas abordados por Ignacio Pérez en su discurso?
2. ¿En qué puntos argumenta y en qué otros exhorta? ¿Qué controversias éticas se manifiestan en su discurso?
3. ¿Comete falacias en su argumentación?
4. ¿Qué valores o principios promueve o denuncia?
II. Crítica
1. ¿En qué puntos está vuestro equipo de acuerdo con el ex Presidente del CES? Fundamenten su respuesta
2. ¿En qué puntos está a favor? Fundamenten.
Discurso de Ignacio Pérez, Presidente del CES 2010, en la ceremonia de Cambio de Mando realizada el 18 de marzo de 2011
Compañeros:
El propósito de mis palabras no será destacar lo bueno o lo malo de nuestro año como centro de alumnos, aunque no puedo hacer cómo si nada frente a esto, asique brevemente diré que quedaron muchas cosas por hacer, pero sí me atrevo a afirmar que todo lo que hicimos, lo hicimos dando lo máximo de cada uno.
Tampoco quiero darles a ustedes el sermón que se da siempre, aunque no está demás pincelarlo; ustedes son jóvenes del Colegio San Ignacio, y no es que hemos bajado del cielo, es que somos enormemente privilegiados. Un colegio con un buen ámbito académico; una profunda convicción en la acción social; y una acogedora educación espiritual. Por eso, es que es tan típico escuchar en estos discursos de cambios de mando el hecho de decir que nos creemos ángeles, pero no somos más que la elite ayudando -entre comillas- a los pobres.
De lo que sí me enfocaré, es la forma idílica que tenemos de ver al “ignaciano”, y especificar que cuando digo tenemos, me refiero tanto a alumnos como profesores. Mi verdadera pregunta es si existe ese tal ignaciano. Ese cuasi Dios, que bajo del cielo, tenia promedio de excelencia en todos los ramos, era deportista, artista, viene todos los días con el uniforme perfecto, nunca no ha hecho un trabajo, no cuestiona las órdenes y los mandatos porque por algo están, y además es un colaborador constante en lo que respecta a mejorar la conciencia de la gente día a día. Por favor, si hay alguien en este salón así, incluyendo a profesores, hágamelo saber, para no seguir hablando. Y para los que son simples mortales luchando por alcanzar la ignacianidad, les tengo otra pregunta, ¿Cuántos de nosotros hemos acogido al vagabundo de la calle como un verdadero hermano? Sí fuese así, si por lo menos UNO de las más de mil personas que están acá hubieran tratado a ese vagabundo como hermano, no estaría en la iglesia de nuestro colegio un indigente. Déjenme decirles que ese ignaciano perfecto no existe.
La verdad es que con estos años que llevo en el colegio, me he podido dar cuenta de muchas cosas. Cosas bastantes simples, como por ejemplo: el alumno que quiere ser artista o deportista, no puede recibir la misma formación espiritual ni de conciencia social que recibiría uno que quiere estudiar cualquier otra carrera que se adapte a los órdenes sociales. A qué me refiero con esto, que a ese alumno en mínimas ocasiones lo invitan a ejercicios espirituales, o a actividades de asesoría dentro del colegio, o a actividades interescolares. Eso creo, es lo de menos.
Me he cuestionado también, el hecho de que el colegio sólo sea para hombres. ¿No creen ustedes que es bastante injusto recibir las herramientas de este colegio sólo para hombres? Por más que este sea un colegio para clase media, ese no es el punto. A lo que me quiero referir, es al enfoque que nos están dando a nosotros por el hecho de ser solamente de un sexo. Primero, por más discurso de igualdad de géneros que nos den, nos están haciendo repetir una sociedad machista. Segundo, comenzamos a creer que las cosas que influyen de verdad en el mundo es sólo hecha por hombres. Tercero, al ser una educación tan exclusivista la que nos dan, comienzan las competencias, y si no me creen, pregúntenle a alguien de afuera cuál cree que es el perfil del ignaciano, y verán que nos ven como a personajes que estamos compitiendo por siempre tener la razón frente a los demás. Y por último, cabe destacar que en esta vida no se vive sólo con hombres.
El último gran punto que quiero abordar, es el hecho de la dualidad que existe entre el mensaje que nos venden y las acciones que practican. Siempre he escuchado que el ignaciano es un ser con un nivel bastante alto de profundidad, que ve más allá de caras y vestimentas pero, ¿Nos demuestran con sus actos y normas verdaderamente esto? Por ejemplo, que me digan que tengo que venir con uniforme lo encuentro razonable por el hecho de que así no se notan las diferencias sociales, pero en el colegio que estamos y la enseñanza que nos dan, se supone que eso no debería ser un problema. Está bien, tenemos que tener el -entre comillas- aspecto formal para diversas situaciones, como estas. Pero sinceramente, si yo uso barba, aros, y hasta el pelo largo, pero me preocupo por ser un buen alumno, y me preocupo por actuar día a día según los valores que me entrega este colegio, ¿Soy un mal ignaciano? Ahora, les daré ejemplos que han pasado en mi sala de clases: Esto sucedió muy pocos días después de haber llegado de trabajos de fábrica. Un día estaba llegando el profesor a la sala y un alumno grita. El profesor tuvo la brillante idea de decir: “Me parece que hay mucha gente que no sabe que está en una sala de clases, y no en una población”. Que un profesor de esta institución diga despectivamente a un alumno que parece de población por el hecho de gritar, me parece bastante reprobable. Cuando nos dan los argumentos de cómo tenemos que venir, las respuestas son siempre las mismas: primero, nos dicen que son las reglas de este colegio y si no las respetamos hay muchos colegios en santiago. Esa es una posible respuesta. Otra que es la más típica es que nos dicen que nos vemos sucios o parecemos “cualquier cosa”, o más aún, que las niñitas son las que usan aros. Al escuchar estas respuestas, no sé si reírme o hacer como que no escuché. No creen ustedes que los argumentos que nos entregan son meramente superficiales. Nos piden que seamos ignacianos profundos y hasta lo admito, nos dan espacios para eso, pero es la misma enseñanza que nos dan diaria la que nos hace caer en una ambigüedad de superficialidad.
Mi llamado con estas palabras, no es criticar porque sí, si no porque me doy cuenta de que estos pequeños déficit en la cotidianidad escolar, afectan paulatinamente en la vida diaria de los estudiantes.
Compañeros, ahora un llamado para ustedes y nuestra igancianidad. No somos seres bajados del cielo que vienen a cambiar el mundo. No somos personajes superdotados que pueden hacerlo todo a la vez. Nuestra verdadera misión no es sólo sacar excelencia académica para luego ser buenos profesionales (aunque no está demás admitir que esto sí sirve). A lo que estamos llamados es a interactuar para y con la gente. Darnos cuenta de la importancia de estar en un colegio privado, donde además de darnos una buena educación, nos forman de una manera distinta a la mayoría de los colegios privados. Si estamos en este colegio tenemos la responsabilidad obligatoria de darnos cuenta que las personas siempre van a valer más que su ropa. Que la sensibilidad casi poética que tenemos frente a esta cuestión social, no sólo sirve para decir que somos personas con un alto nivel de realidad, sino para ir a hacerle frente a esa realidad, y ojalá poder transformarla en una realidad a lo menos más agradable.
Tenemos que entender que ahora nos estamos formando porque el mundo mañana estará en nuestras manos. Si queremos hacer grandes cambios, podremos hacerlos. El juego que estamos jugando pronto se acabará, y seremos nosotros mismos los que pondremos las reglas. ¿Seremos capaces de sobrellevar este peso?, ¿Estamos de acuerdo con la manera en que se lleva el mundo hoy?, ¿Queremos hacer cambios en él?
Entendamos que el mundo gira porque nosotros caminamos en él. Vamos a cambiar de rumbo compañeros.
Ignacio
